Tanto si ya has estado embarazada como si todavía has vivido esta experiencia, seguro que a estas alturas ya te han hecho una ecografía vaginal en alguna que otra ocasión. Y es que, junto a la citología vaginal, esta prueba es una de las exploraciones más frecuentes que se emplea en las consultas de ginecología para la revisión de los órganos reproductivos de la mujer.
A través de la ecografía vaginal, en la que se emplean ondas de sonido de alta frecuencia para crear una imagen del interior de aparato reproductor femenino, se examinan los órganos reproductivos de la mujer: el útero, el cuello uterino, los ovarios y la vagina.
En la ecografía vaginal, el aparato transductor o sonda se cubre con una funda de látex y se deposita sobre ella un gel, que facilita la visualización de las imágenes. A continuación, se introduce suavemente a través de la vagina de la paciente, esta se diferencia de la ecografía abdominal en que en ella, la sonda tiene un aspecto diferente y se pasa por encima del vientre; es la que se suele utilizar durante las fases más avanzadas del embarazo.
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¿En qué consiste la ecografía vaginal?
Cuando la mujer se ha de someter a una ecografía vaginal, la primera indicación que recibirá del ginecólogo o del ecógrafo que le va a realizar la prueba es que se acueste boca arriba, con las rodillas bien flexionadas y apoyadas sobre los estribos de la camilla de exploración.
Una vez que el médico introduce el ecógrafo por la vagina de la paciente, se empiezan a ver imágenes en tiempo real a través de un monitor, aunque el médico podrá también captar imágenes fijas para analizarlas más adelante.
Este examen puede tener una duración de entre 15 y 30 minutos y se trata de una prueba cien por cien segura, ya que no produce ningún tipo de efecto secundario tras su realización.
¿En qué casos es necesaria la ecografía vaginal?
La ecografía vaginal forma parte de la práctica diaria del ginecólogo y del obstetra. Por ello, es importante que el profesional que la realiza sepa interpretar las imágenes que le aporta esta prueba, para poder llevar a cabo un buen diagnóstico y poder así aplicar a posteriori el mejor tratamiento, en caso de que se descubra alguna patología.
La ecografía vaginal se puede realizar tanto en obstetricia (embarazo) como en ginecología. En caso de que esta prueba forme parte de una rutina de revisión ginecológica, servirá para: explorar la cavidad pélvica y así diagnosticar alteraciones genitales morfológicas, sobre todo. Esto ocurre cuando el útero de la mujer no presenta una forma y estructura normal, una circunstancia que puede dificultar el embarazo.
Asimismo, la ecografía vaginal se utiliza muy a menudo desde el área de la Reproducción Asistida para el diagnóstico de patologías, valorar la función ovárica de la mujer y puede realizar un recuento folicular. Y también se utiliza la ecografía vaginal para realizar la punción folicular cuando se extraen óvulos para la donación, o para llevar a cabo técnicas de reproducción asistida.
En el campo de la obstetricia, la ecografía vaginal es la mejor herramienta a la hora de confirmar una gestación y la correcta implantación del embrión, así como para determinar el número de sacos gestacionales o de embriones presentes, y la semana de gestación en la que se encuentra la futura mamá.
Finalmente, los ginecólogos u obstetras emplean también la ecografía vaginal para valorar la correcta implantación de la placenta al comienzo del embarazo, y a través de esta prueba, pueden descartar o confirmar la existencia de una placenta previa.