Cuidar la higiene íntima es esencial para la salud de todas las mujeres. Mantener unos niveles adecuados de pH vaginal, en función de la edad y las distintas etapas de la vida de la mujer, evita la proliferación de hongos y bacterias que pueden producir molestas infecciones en la vagina. Además, permite llevar una vida sexual satisfactoria. En este artículo, vamos a explicar qué es y cómo se mide el pH vaginal. También hablaremos sobre cómo regular el pH vaginal con unos sencillos consejos para que puedas mantenerlo en equilibrio de forma fácil.
Tabla de contenidos
¿Por qué es importante?
El pH vaginal es el sistema de defensa natural de la vagina frente a las infecciones y a los microorganismos externos. Este varía a lo largo de la vida, por lo que es fundamental cuidarlo en todo momento. Si el pH vaginal no es el correcto, pueden aparecer enfermedades, tales como vaginitis (una inflamación que produce picor y dolor), atrofia vaginal (un adelgazamiento de las paredes de la vagina debido a los bajos niveles de estrógenos) o candidiasis (una infección por hongos que produce irritación y picor tanto en la vagina como en la vulva). Una higiene íntima adecuada es clave para luchar contra estas dolencias.
¿Cómo se mide el pH vaginal?
El pH vaginal hace referencia al grado de acidez del ambiente vaginal. Para medirlo de forma sencilla, existen unas tiras de papel tornasol, de venta en farmacias, que señalan la alcalinidad a partir de una muestra de flujo. Estas tiras se pegan en la ropa interior y cambian de color cuando entran en contacto con el fluido.
Los niveles adecuados de pH vaginal deben situarse entre 3,8 y 4,5. No obstante, estos varían a lo largo del ciclo de la mujer y en las diferentes etapas vitales. En edad reproductiva se encuentran entre 4,5 y 5, y durante la regla experimentan un ligero aumento, situándose entre 6,8 y 7,2. En el embarazo estos van de 4 a 4,5. Sin embargo, antes de la menarquia (la primera menstruación de la mujer) y durante la menopausia, estos se sitúan alrededor de 7 (neutro). En cualquier caso, recuerda que es importante acudir al ginecólogo para que pueda establecer el valor de tu pH vaginal y regularlo si existieran alteraciones.
¿Cómo regular el pH vaginal?
Presentar un pH vaginal alterado, tanto por exceso como por defecto, puede provocar la presencia de microorganismos perjudiciales para la salud. Los síntomas más habituales que determinan un desequilibrio en el pH vaginal son: picor, escozor, irritación, sequedad, ardor, cambios en el flujo (color, olor o textura), molestias al orinar o al mantener relaciones sexuales. Determinados factores como la obesidad, la diabetes, los dispositivos intrauterinos (DIU), el embarazo, los antibióticos o la micosis pueden ser los causantes de estas alteraciones. Siempre que presentes alguno de estos síntomas debes acudir al médico, porque él sabrá indicarte el tratamiento adecuado.
Para regular el pH vaginal, es fundamental tener unos buenos hábitos de higiene:
- Utiliza un jabón neutro específico en la zona íntima para evitar alteraciones en el pH. Además, es recomendable emplear productos que tengan el nivel correcto de pH para ti
- No realices duchas vaginales y no uses productos perfumados. Estos pueden modificar el pH y destruir la flora, favoreciendo el desarrollo de patógenos. Por esta razón, solo deben utilizarse por prescripción médica
- Limpia la región perineal de delante hacia detrás. De esta forma, podrás impedir la propagación de microbios procedentes de la zona anal
- Elige ropa interior adecuada. Es recomendable que sea de algodón y que no esté muy ajustada para no impedir la transpiración y, por tanto, protegerte frente a las infecciones
- Evita la humedad en la zona íntima. Llevar ropa de baño húmeda durante largos periodos de tiempo puede provocar la aparición de candidiasis
- No lleves tampones durante más de cuatro horas seguidas ni durante la noche. Esto se debe a que absorben el fluido y las bacterias beneficiosas para la flora vaginal, lo que aumenta el riesgo de sufrir infecciones
- Utiliza preservativos cuando mantengas relaciones sexuales, ya que el semen puede alterar el pH vaginal. Además de protegerte de posibles enfermedades de transmisión sexual (ETS), prevendrán el desarrollo de infecciones como la vaginosis bacteriana, que se produce por el crecimiento excesivo de bacterias
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